Por Mario Lucas Kiektik

Quizás visto desde muy arriba, o muy abajo, el reciente triunfo electoral del Frente Amplio en Uruguay ha reavivado un debate que venimos viendo una y otra vez en Sudamérica y que trasciende las fronteras nacionales: ¿Qué es la izquierda en la actualidad?
Más allá de las etiquetas y las simplificaciones, la izquierda ha sido históricamente objeto de una intensa construcción narrativa, tanto desde dentro como desde fuera de sus filas.
Este artículo busca adentrarse en esta compleja cuestión, explorando las razones históricas y sociológicas que han dificultado la materialización de un proyecto político auténticamente de izquierda, y cómo la manipulación de la información ha contribuido a crear una imagen distorsionada de este espectro ideológico.
La Izquierda y la Realidad diseñada
Las izquierdas, asociadas tradicionalmente a conceptos como igualdad, justicia social y redistribución de la riqueza, han sido a menudo caricaturizadas y reducidas a estereotipos como por ejemplo las fallidas experiencias soviética o cubana. La ausencia de un programa político nuclearmente estabilizado, sumada a la enorme cantidad de las variables en juego en los procesos sociales, ha facilitado la proliferación de interpretaciones y adaptaciones del marxismo primordial, algunas de ellas más fieles al espíritu original que otras, derivadas de que los padres fundadores se olvidaron de dejar un manual de acción. Sin embargo, más allá de las diferencias internas, las izquierdas ha sido víctimas de un “secuestro ideológico”, donde sus ideas han sido apropiadas y distorsionadas por fuerzas políticas y económicas que buscan mantener el statu quo, pero que de izquierda tienen poco, cuando no NADA.
La Teoría de Juegos y la Política
Izquierdas tiene que ver con colaboración, con interacción constructiva. Hay acá un link extraño: A pesar de sus orígenes matemáticos la teoría de juegos nos ayuda a entender por qué, en muchas ocasiones, los actores políticos optan por soluciones subóptimas desde el punto de vista colectivo, es decir el anhelado por las izquierdas, dado que el poder requiere de una elite. La competencia por el acceso a la elite y la búsqueda de consenso por compra de voluntades, propaganda o creación de narrativas sesgadas a menudo llevan a compromisos que diluyen los programas políticos más radicales, si es que en algún momento existieran. En este contexto, las izquierdas se encuentran en una posición desventajosa, ya que sus propuestas suelen chocar con los intereses de las élites económicas y políticas establecidas y que justamente lo son por su capacidad de expulsar a aquellos actores que conspiren contra su existencia, o al menos, las creencias que les dan sustento.
El Asesinato de JFK: Un Estudio de Caso en la edición de la Verdad
El asesinato de John F. Kennedy representa un hito en la historia del diseño o distorsión de la información. La conspiración que rodeó este evento, y la posterior ocultación de evidencia, nos muestran cómo las élites pueden construir una realidad alternativa y consolidar su poder. La construcción de una narrativa única y oficial sobre el asesinato de JFK sirvió para desviar la atención de las verdaderas causas de la crisis social y política de los años 60 y consolidar el poder de las élites. Es decir: los conservadores nos dicen que Oswald eliminó a JFK, las izquierdas sospechan, pero han sido privadas de información como para crear una explicación alternativa. De manera similar, las izquierdas ha sido objeto de una campaña de desprestigio de las elites por no proveer alternativas, cuando salvo excepciones no han tenido acceso a las alites para contar con la herramental necesaria.
Un Proyecto Inconcluso y Periférico
A lo largo de la historia, las izquierdas ha experimentado diversos avatares, desde las revoluciones socialistas del siglo XX hasta los gobiernos socialdemócratas de los países nórdicos. Sin embargo, a pesar de estos logros, el proyecto de construir una sociedad más justa y equitativa sigue siendo un desafío. Las izquierdas han sido debilitadas por la falta de una narrativa coherente con sus principios emancipatorios, por un apego desmedido a las minorías epifaníticas y las más de la veces por la simple cooptación de sus líderes por los actores dominantes de la elite. La emergencia de la “derecha radical” ha exacerbado esta situación, al ofrecer una narrativa más efectiva y movilizadora.
Reconstruyendo la Izquierda?
Las izquierdas necesitan reconstruir su narrativa y recuperar la iniciativa política que tuvieron en la primera mitad del siglo XX. Para ello, es fundamental:
1- Las izquierdas deben ofrecer soluciones concretas a las cuestiones vividas por las sociedades.
2- Deben superarse las divisiones internas innecesarias para enfrentar los desafíos actuales. Para los conservadores se trata del statu quo, las izquierdas deben retomar la causa de la transformación y el cambio.
3- Las izquierdas deben ser capaces de articular lógicamente las necesidades de los sectores más vulnerables de la sociedad con los factores económicos y culturales que los provocan y construir a la vez un discurso que sea capaz de conectar con las creencias de las nuevas generaciones en la propia autonomía y en el internacionalismo.
Para que este potencial se concrete, es necesario un esfuerzo colectivo y colaborativo, para construir un proyecto político que sea realista y utópico a la vez.
Dicho todo esto volvemos a la pregunta inicial: ¿Ganó la izquierda en Uruguay?
Tengo mis serias dudas.
El articulo de Kietik sobre las izquierdas se enmarca en lo intentado poe Vulci. Revisar conceptos claves del socialismo, de manera no dogmática. Sirve de disparador para el debate. Hago una primera aproximación. Hay 2 izquierdas que no deben unirse en sus propuestas de gobierno : la democrático-pluralista, y la revolucionaria colectivista. Sus modelos de sistema politico son incompatibles