O la debilidad opositora para diseñar y difundir un proyecto alternativo viable

Por Jorge Luis Portero

Hay algo más peligroso que un Presidente fundamentalista: Los opositores agoreros y mediocres que lo subestiman. Muchos vaticinios equivocados en su “debe”, deberían llamarlos a la prudencia.

No puede ganar nunca la elección presidencial, no tiene mayoría en el Congreso así que no va a poder gobernar, el Fondo no le va a dar dinero fresco, se le está descontrolando la inflación, dijo que iba contra la Casta e ingresó a ella, etc.; dijeron…y se equivocaron.

El problema de Milei no es la ejecución ineficaz del modelo. El problema ES el modelo económico que eligió para Argentina, y que está ejecutando con audacia y determinación. Un modelo excluyente que tiene como objetivo sanear nuestra economía siempre escasa de dólares sobre la base de un shock exportador primario extractivista y múltiples inversiones extranjeras que proveerían los dólares necesarios para equilibrarla. No es casual que admire (e idealice) al Proyecto Económico agroexportador de la Argentina del Progreso, el de las Generaciones de la segunda mitad del siglo XIX.

El modelo de Milei tiene un claro alineamiento internacional, como el que otrora tuvo el de la Generación del 80. Y un férreo disciplinamiento interno para con los opositores o excluidos del modelo. Busca el cobijo de los E.E.U.U. y de las nuevas corporaciones digitales, y está dispuesto “a todo” para obtenerlo. Desde una foto, hasta la base en Ushuaia que planeó con el sucesor de la Generala Richardson. Tiene la ventaja del fundamentalista porque cree de verdad en las bondades indiscutibles de su Proyecto.

Del lado opositor pocos creen de verdad en un modelo alternativo viable y más justo. Están los que solo se proponen resistir (colgarse heroicamente todos del travesaño para que no les hagan más goles) y los que insisten, luego de sus gestiones de gobierno ineficaces y corruptas, con la esperanza ya ni siquiera de “volver mejores” sino de ser “menos peores y menos crueles” que Milei.

El desafío de la oposición no es unirse y ganarle a Milei para fracasar luego al querer implantar modelos de país inviables, encima ejecutados por los que fracasaron por ignorantes y corruptos (sobre todo los dos últimos gobiernos perokirchneristas, el de Alberto y el posterior de Massa, aunque Alberto -sin poder real- siguiera en la Casa Rosada y en Olivos como un mueble más) El desafío es diseñar un nuevo modelo político estable (donde el pluralismo, la alternancia y la libertad de opinión y participación sean los objetivos primordiales del sistema) y, en ese marco político, un modelo económico que compita democráticamente con el actual diseño neoliberal -aunque se enmarque también hoy de manera realista en el modo de producción capitalista-.

Este modelo alternativo, ecológicamente aggiornado y dinámico que se propicia, requiere de un Estado que deberá seguir cumpliendo el rol de morigerador y redistribuidor de las inequidades que genera el funcionamiento del mercado sin controles. Ya no podrá ser éste, el populista y clientelar, proveedor de empleos innecesarios, y sin los estrictos controles que requiere el manejo de los fondos públicos.

En síntesis: capacitado, controlado y austero, con canales siempre abiertos a las inquietudes de los sectores menos poderosos y de la sociedad civil en general, agente dinamizador de la economía y generalizador (para no usar un concepto desprestigiado por el populismo, “redistribuidor”) de los beneficios del desarrollo económico para toda la ciudadanía.

La elección del 25 tiene que ser el puntapié inicial para instalarlo en el debate, como lo fue para Milei en la anterior elección intermedia (2021) el esbozo de su -para nosotros nefasta- propuesta capitalista liberal/libertaria.

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